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The Constant Pharmacist . com

Yo solo venía a tomarme la tensión…

En la noche del jueves de la semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la presentación del documental dirigido por Yasmina Solanes, patrocinado por Farmacèutics Mundi y auspiciado por la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament; cuyo título es «El medicamento, un derecho secuestrado«.

Para todos aquellos que hemos participado en otras actividades relacionadas con FarmaMundi, como por ejemplo el curso de introducció a la cooperación internacional en el ámbito farmacéutico-sanitario, este documental supone un repaso a aspectos éticos y legales relacionados con las patentes y ADPIC, el I+D, y de como las farmacéuticas aprovechan estas herramientas creadas a medida para generar negocio a costa de la limitación del acceso a los medicamentos.

Por muchos es conocido el llamado principio de Pareto o del 80-20, según la cual en la actualidad el 80% de las riquezas y bienes disponibles en nuestro planeta estan en manos de entorno al 20% de los individuos del género humano, los cuales curiosamente habitan en los llamados países desarrollados. Partiendo de esa misma premisa, según parece ser, el 20% de la población mundial consume incluso más del 80% de la producción de medicamentos existente. En consecuencia, y sin perder el norte que nos indica que la mayor y la mejor parte del I+D desarrollado en el mundo farmacéutico se financia por empresas privadas, solo el 10% de la investigación puntera actual se centra en el estudio de enfermedades que afectan al 90% de la población mundial, en lo que se ha venido a llamar el gap del 10/90. Esto es «obviamente» así por la sencilla razón que las farmacéuticas no tienen interés en hacer una inversión de la cual, a priori, cabría esperar que no pudiesen sacar suficiente beneficio. Esto es así ya que el target comercial del producto no tiene el poder adquisitivo deseado por las empresas para poder fijar un precio suficientemente elevado, para engrosar aún más su margen de beneficio. De esta última frase sería conveniente tener en cuenta que el «target comercial» son enfermos y que el «producto» es algo tan esencial como los medicamentos.

Hace ya unos 30 años, se le atribuyó en la revista Fortune,  a uno de los entonces capitostes de Merck & Co, el señor Herny Gadsden, una frase según la cual su sueño era producir medicamentos para personas sanas, de manera que pudiese vender a todo el mundo. Y parece que lo estan logrando.

En España es por todos conocido que la publicidad de los medicamentos está extremadamente controlada, pero la tendencia actual no es publicitar medicamentos: lo que se publicitan son enfermedades. Sinceramente, la idea me parece genial. Y lo digo con el corazón en la mano: como publicista consorte que soy, me parece que el planteamiento tiene una excelencia sublime. Si tu padre está en torno a los 50 años y recibe el mensaje a través de la televisión y otros medios que el no pegar polvos tan a menudo y con la misma ejecución que cuando tenía 17 años es una cosa anómala, algo patológico, en fin, una enfermedad, es lógico que pretenda remediarlo. Esta es la estrategia que han seguido tanto Pfizer con su sildenafilo (Viagra) inicialmente, como Lilly, con su tadalafilo (Cialis), más recientemente. Esto no es más que la apertura de la caja de pandora de los llamados medicamentos de estilo de vida. Aunque está relacionado con el tema principal de este post, no deja de ser harina de otro costal, que espero ir desarrollando más adelante.

¿Cuáles son las consecuencias de todo esto? Una de ellas es que el tratamiento más novedoso para la enfermedad de Chagas se desarrolló hace ya más de 30 años y que a pesar de sus frecuentes complicaciones gastrointestinales y neurológicas en terapias de larga duración, no parece haber mucho interés en desarrollar nuevos tratamientos con un ratio beneficio-riesgo más positivo. Mientras tanto, las chinches siguen besando y las farmacéuticas sacan compuestos enantiopuros que parece que no tienen ninguna ventaja terapéutica respecto a su racémico.

El acceso a los medicamentos fue el principal tema de la noche del pasado jueves, en todos sus aspectos, desde la impotencia de los pacientes ante las patentes y los sobrevalorados precios que implican, hasta las presiones existentes para la divinificación de los medicamentos de marca, maldenominados innovadores, en algunos casos.

A pesar de todo, entorno a las 23:30 del anterior jueves, hubo una de las asistentes que después de ver la proyección del film se expresó de la siguiente manera (aproximandamente, que hace una semana de eso y solo me acuerdo de las notas que tomé para el posterior post):

Me parece muy bien todo esto… Lo que pase en otras partes del mundo, pero desgraciadamente mi farmacéutico en Sarrià se empecina en prescribirme [sic]  medicamentos genéricos; y desengañémonos, ¡no son iguales que los de marca! Parece que hay un complot de todo el sistema de salud público para dar genéricos.

No quiero rememorar la cara que se le quedó a la pobre mujer después de las respuestas basadas en la práctica según la evidencia

Es obvio que la financiación privada del I+D tiene que existir (de hecho yo soy un ferviente admirador del sistema de financiación de la investigación en EEUU, el templo del capitalismo hecho país), ya que por todos los investigadores en España es bien sabido. Pero los intereses económicos y el beneficio no se pueden interponer ante la necesidad moral, profesional y deontológica del desarrollo de la ciencia y la terapéutica para todas las enfermedades existentes y no solo para aquellas supuestamente rentables, ni mucho menos para aquellas enfermedades inexistentes. Creo yo que es necesario plantearlo de otra manera; obviamente que el beneficio que pueden obtener por la producción de medicamentos a día de hoy para enfermedades comunes solo en países en desarrollo no es el mismo que el que se puede obtener para medicamentos futiles con mercado occidentalizado; aún así se debe hacer la apuesta a futuro: en algún tiempo estos países llegarán a unas cotas de desarrollo importantes e incluso equiparables a las occidentalizadas, especialmente si se les ayuda a eliminar la lacra y las desventajas que suponen estas enfermedades. Entonces las farmacéuticas podrán tratar a los ciudadanos de estos países como a nosotros, haciéndonos creer que tenemos patologías nuevas y amenazándonos con epidemias a escala mundial.

Me pregunto cómo se debió vivir en Gambia el tema de la gripe A H1N1.

También me pregunto porqué no hay interés empresarial para que los sistemas de distribución de medicamentos sean tan buenos como los de The Coca-Cola Company en los países en vías de desarrollo.

Quiero daros gracias por el centenar de visitas del post anterior y por los comentarios que habéis dejado en mis perfiles de Facebook y LinkedIn y también dar gracias a mi hermano Miquel Àngel, que ha hecho posible que el acceso a este blog se pueda dar a través de www.theconstantpharmacist.com. También os invito a que dejéis comentarios aquí mismo.

Actualización: 14 de octubre de 2010

Hoy se efectuarán dos proyecciones del documental de Yasmina Solanes en Barcelona y en Tarragona, dentro de un ciclo de películas y documentales sobre esta temática. Para más información os recomiendo clicar en el siguiente link.

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Una de las preguntas que me formularon en la segunda entrevista que tuve para el puesto de farmacéutico comunitario, en la oficina de farmacia en la que estoy trabajando actualmente, fue:

¿Por qué escogiste Farmacia como tu carrera?

Buena pregunta. A menudo uno escoge la que va a ser su profesión de manera totalmente al azar, sin pensarlo seriamente. Realmente no sé si cuando escogí la carrera tuve unos motivos de calado y serios como para hacerlo. De todos modos no se puede pedir mucho al respecto.

La primera vez que me planteé el ser farmacéutico debía tener entorno a los 7 años, y creo yo que la influencia de Farmacia de guardia es mayor de lo que me gustaría. No obstante, no fue hasta el último momento, a la hora de presentar los papeles de acceso a la universidad, en que realmente escogí lo de estudiar Farmacia. Lo hice no tanto por una vocación por la farmacia comunitaria, como por el hecho de que podía aunar en una sola carrera las asignaturas de Biología y Química que al parecer me estaban gustando.

Pero una vez en la recta final de la carrera te das cuenta de qué implica el haber escogido Farmacia: la búsqueda de trabajo se antojaba relativamente fácil a priori, a pesar de estar en una época de recesión. Aunque solo en el sector de farmacia comunitaria. En ese momento es en el que te das cuenta que realmente no sabes si realmente estás preparado o tienes vocación para estar detrás del mostrador dispensando y dando consejo. Otros aspectos de la práctica profesional, como por ejemplo la industria o la farmacia hospitalaria, se ven lejanos, por el simple hecho de necesitar unos años más de formación, la cual uno no se puede permitir al pretender tener independencia económica.

No obstante, se acaba la licenciatura, o bien en breve el grado universitario, y sales a la palestra: la búsqueda de trabajo.

Entonces te planteas qué implica ser farmacéutico. Recuerdo que una de las últimas clases que tuve plantearon que el farmacéutico tiene que desarrollar 8 aspectos profesionales para convertirse en lo que ñoñamente denominaron «farmacéutico 8 estrellas«:

  • Cuidador
  • Proactivo en la toma de decisiones
  • Comunicador
  • Gestor
  • Estudiante permanente
  • Profesor
  • Líder
  • Investigador

Las expectativas parecen ser elevadas para una persona de la cual a menudo solo se percibe que vende condones y te endosa cremas cosméticas de utilidad dudosa y de eficacia reprobable. Aún así, se cabe admitir que la mala fama que hemos adquirido los del gremio está conseguida a pulso y con ganas; las oficinas de farmacia parece que tienen un mayor interés en la obtención de un mejor margen de beneficio que en la mejora de la calidad de vida de los pacientes. Esta mala prensa la tenemos que eliminar nosotros mismos y espavilarnos, ya que probablemente la eficiencia y la falta de errores de una máquina dispensadora acabe tirando al traste el papel activo en la salud de las personas que se presupone en el farmacéutico.

La crítica es buena, siempre que sea constructiva. La frescura de las ideas es buena, siempre que se sea suficientemente humilde como para escuchar voces más expertas.

La intención de este blog no es más que promover el debate, la comunión y el contraste de ideas entorno a la farmacia y la terapéutica. También pretende ayudarnos a mí, y a todo el que se quiera unir en el viaje, a la consecución de algunas de las características óptimas que debería tener todo farmacéutico: comunicador, estudiante permanente y profesor, y más difícilmente líder.

De todos modos esta tarea no se antoja ni mucho menos fácil, llevará su trabajo y sus horas, será necesario ser constante; actuar como el farmacéutico fiel, que se debe, como también a otras cosas, a su profesión y sobretodo, a las personas que dependen de su práctica profesional: los pacientes.

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